jueves, 8 de noviembre de 2007

jueves, 1 de noviembre de 2007

NO FUE NADA, NADA PASÓ, YA PASÓ

Por dicha que NO FUE NADA

De niña, menos de cinco años, tuve un accidente “que por dicha no fue nada”. Fuimos un grupo, creo que hermanas y las personas que nos cuidaban, a pasear una tarde a unos potreros cerca de mi casa en Llano Grande. Al inicio del paseo, fuimos por una ruta diferente, a través de la casa de alguien, pasando por una cerca de alambre de púa. Yo di un mal paso y mi brazo quedó colgando del alambre. Me corté y para mis ojos de niña, mucho, tanto que se veía azul por dentro. Creo. Ahora lo que tengo es una cicatriz grande pero ni idea real de qué tan serio fue el accidente.

De los recuerdos más claros que tengo es de callar; de no decir; de haber metido la pata; de culpa de haber sido inútil al pasar la cerca; de culpa de que el paseo se iba a malograr; de culpa de que iban a regañar a las personas que nos cuidaban porque mis papás se iban a dar cuenta que habíamos ido por una ruta alterna, no conversada, no aprobada; de deje de llorar porque “que dicha que no fue nada”; de olvidémonos de lo que pasó porque no fue nada.


El paseo siguió. Horas más tarde, de regreso a la casa, mi mamá muy asustada vio la cortada ya cerrada, me preguntó sobre lo sucedido y la respuesta fue la misma “no fue nada”. Yo callé, cómplice no sé ni de qué, con miedo de que se diera cuenta mamá de lo sucedido, con dolor en el brazo pero sin posibilidad de decirlo para no preocuparla y para no hacer más tragedia y para que no hubiera consecuencias no sé ni para quién.


Me quedé sin el chineo, apapache, consuelo de las personas que me cuidaban y de mi mamá porque “no fue nada”. El accidente se quedó guardado con una gran culpa, con un gran miedo, sin poderlo llorar, de niña fuerte, “adulta” a mi edad.


Por dicha que NADA PASÓ

Hace casi dos años tuve un accidente después de bucear (con dive master, pero no en uno de los barcos que tradicionalmente llevan a bucear ahí), cerca de la Isla del Coco: acababa de bajar a bucear y no me sentí bien, por lo que informé a mis compañeros y subí. Al llegar arriba, feliz de respirar bien, me di cuenta que no había ninguna lancha cerca. (Días después me enteré que el botero se había ido a comer pizza a un barco cercano) Rápidamente me cogió una corriente de las típicas de la zona y me llevó mar adentro. Se percataron que yo no estaba como a los 45 minutos, cuando todos los buzos estuvieron en el barco!!! Ahí iniciaron la búsqueda, pero para ese entonces yo estaba ya bien lejos. Me encontró un botero del barco vecino.

Lo que más oí desde el mismo día del accidente fue “qué dicha que nada pasó”.

Me tomó meses darme cuenta que sí había pasado, que este estribillo lo que significaba era “que dicha que no te moriste”, “qué susto tenemos”, “qué miedo más terrible cuando no aparecías”, “no me atrevo a hablar con vos del asunto porque tu accidente me da mucho miedo”, “he tenido esa pesadilla de estar perdida en el mar tantas veces”, “olvidémoslo y sigamos el paseo sin episodios feos”,….


¿Cómo que no pasó nada?

-¿no pasó la angustia de tomar la decisión si mover los pies tratando de mantener la isla en la mira pero con miedo que mis movimientos atrajeran los tiburones?,

-¿no pasó que calculaba (porque andaba sin reloj) que ahorita iba a estar oscuro y no me iban a ver?,

-¿no pasó el susto de saber que era dificilísimo que me encontraran pues la isla está muy aislada y no había casi embarcaciones para buscarme?,

-¿no pasó el ataque de asma que me dio por la ansiedad?,

-¿no pasó todo lo que pensé, las veces que revisé si yo había actuado de manera irresponsable y si el accidente lo había provocado yo?,

-¿no pasó el pánico, el miedo, el horror que pasé, esa hora y cuarto que se me hizo eterna?

Lo otro que pasó fue que, como NADA PASÓ, tampoco me apapacharon, tampoco me oyeron, tampoco me abrazaron, tampoco nadie me ofreció algo caliente para tomar, medicina para el dolor de cuerpo, compañía por si tenía pesadillas, tampoco nadie me dijo que era lógico que tuviera miedo, que me sintiera mal.


Lo único que no pasó, es que yo me muriera.

Al repetirme todo el tiempo que no hablara más del asunto, que me olvidara, que no lo pensara, “que ya todo había pasado”, que “qué dicha que nada pasó”, el accidente pasó a ser otra vez algo oculto, malo, con un poco de culpa.

Por dicha que YA PASÓ.

Desde tarde en la noche del 7 de octubre, luego de que se sabía que el SI había obtenido más votos en el Referéndum sobre la aprobación del TLC, el estribillo que oí fue: “que dicha que ya pasó”.

Como “ya pasó”

-no son necesarios los signos externos, calcomanías, botones, camisetas, mantas, etc.;

-no hay que hablar más de lo sucedido;

-se acabaron las diferencias;

-se acabaron las discusiones;

-se acabó la violencia de los fraudes, de las amenazas;

-se acabó el miedo a las represalias;

-se acabó el miedo a perder lo que se tiene;

-se acabaron las mentiras, sobre todo los de las encuestas y las de los periódicos al servicio de las clases pudientes;

-ahora podemos volver a como éramos antes, a conversar sin problemas con todos y todas, independientemente de su posición política, de los comentarios que hicieron durante la campaña, del apoyo que dieron, de sus acciones, de las acciones de sus co-partidarios que de las que no quieren enterarse, …

¿Que ya pasó qué?

Pasó el referéndum, nada más.

No ha pasado la lucha, no ha pasado lo que creo, no ha pasado mi posición política de defensa de mi país ante la venta a nacionales y extranjeros, no han pasado las amenazas personales, no han pasado las amenazas de perder el territorio nacional, el derecho sobre nuestra bio-diversidad, no ha pasado lo vivido, no han pasado mis emociones, no ha pasado mi necesidad de llorar, no ha pasado mi rabia, no ha pasado mi miedo, no ha pasado mi necesidad de hablar, de compartir, de ser apapachada.


Si no acepto que YA PASÓ, temo que se me va a culpabilizar de

-que estoy generando violencia, como si esta no existiera desde que se violentó el proceso mismo y se decidió usar el miedo;

-estoy cuestionando la institucionalidad, como si esta no se hubiera quebrado completamente con el comportamiento de TODAS las instituciones civiles;

-de ser antidemocrática, como si ellos no hubieran sido los que se brincaron no solo las bases mismas de la democracia, sino hasta sus mismas reglas;

-de no aceptar la decisión de la mayoría, como si ellos no hubieran sido los que nunca estuvieron dispuestos a aceptarla al comprar votos y al amenazar;

-de ser la causante de la discordia, como si esta no estuviera generada por las grande desigualdades.


Tengo que aceptar que YA PASÓ y comportarme como niña modosita, ser decente, en silencio y seguir sin entender la violencia que no vi a tiempo y que me produjo dolor que sigo sin entender.

Todavía no lo tengo tan claro, pero en estos días estas tres expresiones se me han estado mezclando con los incidentes y accidentes que conté. Tengo que elaborarlo más. Como matemática que fui, lo he sintetizado, aunque sé que pierdo la riqueza de la especificidad, el incidente mismo y que tengo que volverme a él y que sigue existiendo la necesidad del apapache que no se dio en ninguno de los casos.


Algo PASÓ
----> me dolió, me dio miedo, me lastimó ----> mantenerlo escondido como algo malo, no se hable para que no exista -----> me quedo confundida, sin entender, sin recibir el apoyo emocional que necesito.